miércoles, 24 de agosto de 2011

El psiquiátrico

El árbol de la vida de P.G.

El psiquiátrico es el lugar en el que surge este blog. Desde hace unos años su auténtico nombre es el de Área Externa de Salud Mental, aunque prácticamente nadie lo llama así.
De hecho, el enorme cartel que corona este edificio, dice Área Externa de Psiquiatría, como si las palabras todavía se resistiesen a según qué cambios.

El psiquiátrico o Área Externa de Salud Mental lo forman cuatro plantas de hospitalización. La primera es una unidad de media estancia, mientras que el resto son las llamadas URAs o unidades de rehabilitación activa, con unas estancias más largas, limitadas en el tiempo en muchos casos, en función de las necesidades de los usuarios.

Lo que aquí dentro acontece (y lo que acontece aún más adentro, en el interior de sus habitantes), es lo que intentamos transmitir a través de este blog. Han sido muy escasas las ocasiones en que un texto no ha visto la luz por razones de censura o control o temor a que unas palabras pudiesen hacer más mal que bien (o todo ello a la vez).

Y es que, más allá de una pose para quedar bien en la foto, nuestra posición ha sido y continúa siendo la de fomentar el espíritu crítico y el debate en los usuarios de nuestras unidades, para que así, los profesionales (entre otros) podamos hacer algo tan sencillo y complicado al mismo tiempo como es cambiar lo que no marcha.

Bajo mi siempre parcial y cuestionable punto de vista, no hemos de ignorar cada una de nuestras limitaciones y errores, pues si bien es cierto que los cambios acontecidos dentro de esta institución a lo largo de los últimos años han sido enormes, ello no puede hacernos bajar la guardia ante asuntos aún pendientes, no solo en este lugar, por supuesto, pero no por ello insignificantes ni irremediables.

Podemos continuar el sendero ya abierto en estas unidades y en vías de una plena implementación en muchos recursos de salud mental si:
- nos centramos en las necesidades, preferencias y experiencias de los usuarios
- reconocemos la capacidad del usuario para elegir y tomar decisiones 
- fomentamos la esperanza y  la responsabilidad sobre la propia vida (frente a la imposición de roles de dudosa utilidad y rigurosidad como el de enfermo incurable no responsable de sus actos)
- dejamos de juzgar a usuarios y familiares
- huimos de las actitudes paternalistas e infantilizantes tendentes a fomentar la dependencia, la pasividad y la desesperanza
- creamos relaciones entre profesionales de la salud-usuarios colaborativas y horizontales
- pasamos de un modelo institucional a comunitario, de exclusión social a integrador, basado en la enfermedad a basado en la persona
- estamos alertas y reaccionamos frente a las ocasionales actitudes en nuestro entorno objetivamente perjudiciales para los usuarios
- no alimentamos los clasismos, resentimientos e inútiles jerarquías entre los propios profesionales, que tienden a fragmentar el trabajo en equipo, reduciendo innecesariamente nuestras posibilidades terapéuticas (en este punto he de incidir en que no es lo mismo aceptar la lógica delimitación de funciones en cualquier organización y la autoridad de nuestros superiores en muchas cuestiones, que interferir en la adecuada marcha del trabajo en equipo).  
- demandamos la continuidad de actividades (gimnasia, taller de pintura, etc...), las cuales se han visto claramente afectadas por el recorte de gastos en nuestros servicios
- huimos, en definitiva, de la autocomplacencia, el corporativismo y la queja permanente asociada a la dejación de funciones, en pro de una salud mental de calidad que sitúe al usuario en el eje central de nuestras intervenciones, con un enfoque orientado a la comunidad y un modelo de tratamiento realmente bio-psico-social.

Para concluir este texto, aporto las ideas que han surgido hoy en el taller del blog  acerca de como mejorar la salud mental :
- M.: "deberíamos tener algunos días de biblioteca y fomentar las relaciones entre los pacientes, aunque sin que esto fuese una obligación".
- J.M.: "yo opino que en cuanto a enfermedades mentales se sabe poco, cuáles son sus causas, quizás se debería destinar más recursos a investigación".
- P.: "mejorando el trato que se da a los pacientes"
- J.: "podríamos mejorar con los medicamentos porque a veces la medicación es muy fuerte y se pasan con muchas pastillas que no dejan concentrarse a uno. Si las rebajasen un poco podría caminar mejor. También quiero saber qué pastillas tomo para estar bien informado".
- R.: "cambiaría la comida y el trato".

Texto escrito por Esther Sanz (psicóloga clínica Área Externa Salud Mental) y por los participantes del taller del blog.

miércoles, 17 de agosto de 2011

Yo, una madre más




PRIMERA PARTE:
Después de casi ocho años de sentimientos tales como impotencia e ira primero, y ansiedad y tensión acumulada más tarde, he vivido 5 ingresos de mi hijo en internamiento breve.
A los 16 años empezó a ser otra persona: egocéntrica, déspota, insensible y egoísta. Él, que era noble y correcto en el trato, responsable y cariñoso con la familia, afable y abierto con sus amigos (que eran bastantes), pasó a estar sólo y encerrado en su habitación sin querer hablar con nadie.
Sólo quería que le diésemos todo aquello que pedía (ropa, electrónica, juegos...). De ahí pasó a exigir dinero.
Y ahí comenzó su calvario y el nuestro, sus padres.

SEGUNDA PARTE:
Los motivos de los ingresos fueron diversos, desde simples enfados y golpes a puertas y paredes en un principio hasta agresiones, rotura de objetos de decoración y, últimamente, hacer fuego en la azotea, después de habernos echado de casa.
"Estaba fuera de control" dice él ahora.
En los 4 ingresos iniciales, el diagnóstico era "estado psicótico grave". Al cabo de tres días de medicación, el psiquiatra me decía que, prácticamente ya era una persona coherente y al cabo de 20 días aproximadamente, le daban el alta con medicación que dejaba de tomar al cabo de una semana.

TERCERA PARTE:
Así una y otra vez.
Entre uno y otro ingreso cambiamos de residencia por dos veces creyendo que el problema consistía en que en el lugar dónde vivíamos fumaba cannabis.
Entre el 3º y 4º ingreso nos marchamos a otra isla a vivir él y yo, su madre, dejando a su padre en el domicilio para que continuara con su trabajo y así sufragar los gastos que eran bastantes puesto que pagábamos alquiler, billetes de barco, etc... Allí se mantenía ocupado con cursos y otros proyectos que a veces comenzaba y no terminaba.
Yo estaba casi las 24 horas junto a él, le daba la medicación diluida (no quería tomarla) en la leche cada noche hasta que llegó el momento en que tampoco la tomaba. Entonces comenzó a sentirse observado por el vecino y le tiraba colillas, huevos, yogures, latas, etc... a su terraza.

CUARTA PARTE:
Regresamos y se ingresó de nuevo. Yo pedía por favor que le hiciesen pruebas pues no creía que fuese sólo un brote psicótico. Tenía que haber algo más, puesto que si los brotes eran debido al cannabis, en esa ocasión había surgido sin haber consumo.
No se le hicieron ya que consideraron que esta conducta era debida a que "no le poníamos límites" y actuaba abusando de nosotros y haciendo "lo que le daba la gana".
Al salir del 4º ingreso, nos propusimos ser más duros y ponerle normas. Fue entonces cuando nos dimos cuenta que no era dueño de sus actos, no controlaba, no escuchaba ni dejaba que se le hablara y nos echa de casa de malos modos.
Nos vamos, pero decididos a emprender una lucha: preparamos informes médicos, conductuales, etc... y tomamos cita en todos los centros que nos pudieran asesorar y ayudar porque mi hijo había tocado fondo y nosotros no queríamos ni podíamos seguir repitiendo los mismos hechos una y otra vez.

QUINTA PARTE:
Así llegamos a la consulta de la Dra. B. y bendeciré ese momento toda la vida, pues ahí comencé a ver la luz, a ver que existía alguien más que se preocupaba por la salud y el futuro de mi hijo. Que no se limitaba a un ingreso corto, toma de tratamiento y alta. No, ella nos informó, nos calmó y nos hizo aterrizar pues ya comenzábamos a estar perdidos.
Y fue en el 5º ingreso cuando dicha Dra. pidió las pruebas que yo tanto ansiaba y así llegó el traslado a la USA y luego a la URA donde mi hijo lleva casi 7 meses y aún quedan muchas cosas por restablecer.
Tengo que confesar que pedí opinión pues existe un gran desconocimiento de la enorme labor que allí se desarrolla y una tendencia a "opinar" sin objetividad y decir: "en fin...es el psiquiátrico". Hasta dentro de mi propia familia me dicen que no diga dónde está mi hijo.

OPINIÓN PERSONAL:
Y yo quiero gritar que mi hijo Gracias a Dios y a la Dra. B. está en el PSIQUIÁTRICO donde existen unos profesionales médicos que ya los quisieran para sí las mejores clínicas privadas.
Gritar que tratan a los pacientes como personas normales que están enfermas, pero integrados en la vida terrenal, no echan la llave y la tiran al mar como hacen algunas familias que no quieren que cataloguen a sus hijos como enfermos mentales.
Recibimos terapia familiar con la extraordinaria labor de E.S., donde he aprendido a entender, a comprender y resolver muchas, muchísimas actitudes que antes no sabía cómo afrontar.
Recuerdo una sesión en la que la psicóloga nos preguntaba cómo nos sentíamos ante la enfermedad de nuestros hijos. Para mi sorpresa respondí: "bien, tranquila". Ahora añadiría que hasta contenta.
¿Por qué?
* Porque ahora sé lo que le ocurre.
* Porque ahora lo entiendo más y lo puedo ayudar más.
* Porque está con personas que lo entienden, atienden y hacen todo lo posible para que haya calidad de vida siempre dentro de sus posibilidades.
* Porque, finalmente......puedo respirar.
Sólo me queda decir que siento un profundo respeto por todas las personas que, día a día y noche a noche viven y hacen "que vivan" todos los que allí se encuentran.
Nuestro particular agradecimiento a la Dra. C.R., a la Psicóloga E.S. y a la Asistente Social A., quien se ha ocupado con una normalidad increíble de toda la burocracia necesaria para que mi hijo tenga un futuro de justicia.
Tanto su padre como yo, SÓLO podemos decirles que GRACIAS, de todo corazón.

Texto escrito por María Isabel Marrero Díaz.

martes, 16 de agosto de 2011

Me voy de alta



J.C.
He estado  dos meses encerrado sobre mí. He sentido un gran afecto del personal del hospital, son personas que ayudan a la gente. Todas las cosas no son iguales. Siempre estoy en el lado positivo; he sufrido una enfermedad mental, estoy bien, también me siento mejor cada día. Me han ayudado a pasar los días los talleres de psicología y de estimulación cognitiva. Al principio, parecía que me iba a quedar encerrado en el hospital, pero no ha sido así, hoy me han dado el alta y estoy contento.

J.M.P.C.
Ya llevo casi seis meses ingresado y hoy que ya sé que me voy de alta empiezo a pensar en las cosas de forma diferente. Hay cosas que me preocupan y otras que son una obligación para mí.
Mis obligaciones son tomar la medicación, cuidarme de una forma muy especial para que no vuelva a recaer, también llevar el día a día de otra forma, pues ya no estaré ingresado.
Por otro lado están mis preocupaciones donde meto todo aquello que me depara la vida, y de las cuales tengo que estar bastante atento para poder enderezar mis pensamientos sin llegar a destrozar todo el trabajo y la paciencia que ya tuve que pasar estos seis meses.
Por eso hoy estoy contento, pues aquel día hace seis meses pone fin hoy a una historia llena de cuentos e historias que contar.
Un abrazo a todos lo que habéis pasado por esto y ánimo a los que todavía están ingresados y aún no saben cual es su día de alta.

lunes, 15 de agosto de 2011

Detrás del espejo


Te miro por detrás del espejo y me encuentro con una cara asustada, con el esbozo reducido de quien fuiste y no consigo reconocer. La piel arrugada y tu cuerpo desvalido sostenido por dos finas piernas de alambre. Los brazos enérgicos pero temblorosos, por el miedo a quedarte sola, por el miedo al trauma y por el miedo en sí mismo. Miedosa de tus propios miedos.Te veo alimentarte como lo haría un gorrioncito y luego huyes al baño, comprometida con que sé yo qué imagen o recuerdo de ti misma, que te atrapa y te da vueltas como lo hace la cisterna del baño al accionar la cadena. Todos lo sabemos, nadie actúa. Mujer genial que brinda su luz allá donde va, pero en su mente algo turbio, quizá un trauma del pasado que le persigue día a día mientras se mira en el espejo. Mujer que ya no se conoce a sí misma, pero que lucha por la familia aunque se quiera poco. Mujer que idealiza, delante del espejo traicionero un cuerpo diez, que le va dejando en los huesos, y aún así sigue brillando como una estrella, y se sigue adivinando el bello cuerpo y las bellas facciones de antaño. Pero ya poco va quedando de él, se repliega como una bailarina y asoma la fealdad de una enfermedad. 
Te miro por detrás del espejo y tú me miras y sales corriendo para que no descubra la imagen de ti misma dentro de él. Película que se sale de la fantasía de la mala de Blancanieves, para convertirse en la pesadilla de Tim Burton, llevado a la esquelética realidad de tu cuerpo. 
Te miro por detrás del espejo, y solo veo un muro, una coraza que algún día habrás de quitarte. 
Te miro por detrás del espejo, y te das la vuelta, para que siga viendo el retrato al que ya me he acostumbrado a ver.
Te miro por detrás del espejo, y espero que algún día recapacites, y afrontes tu enfermedad para que pueda mirarte de frente, y achucharte sin miedo a que te partas. 
Para que no tenga que mirar a otro lado, cuando a pesar de verte a diario, no me acostumbre a ver a una persona en la cronicidad de su enfermedad. 
Firmaría ahora mismo para mirarte por detrás del espejo y que vieras la realidad de tu físico; pero qué tendrán esos espejos , esa publicidad engañosa, esa moda de cuerpo flaco igual a belleza , y ese trauma, que desencadenaron la anorexia que hoy te mantiene atada a una absoluta ilusión. 
Espero de verdad, que muy pronto, recuperes tu cuerpo, tu belleza y sobre todo tu mente

Texto cedido por el Guerrero de la Luz de su blog unguerrerodelaluz.blogspot.com

viernes, 12 de agosto de 2011

Vivir

Estaba confuso, sabía que si seguía así mi cuerpo y mi mente iban a estallar.
Ya había tomado decisiones iguales en otros momentos en los que me mantuve erguido y conseguí la meta. Pero cuando estaba en la cima volvía a caer.
Me estoy mentalizando para una nueva meta, estoy harto de mi pasado, quiero cambiar mi forma de vida de nuevo, no me gusta estar entre tinieblas, quiero volver a ver la luz, sé que ese proceso me va a costar pero la peor parte es un periodo corto de tiempo, en quince días estaré de nuevo en la cima; si lo consigo lo demás es mantenerme en ella.
No creo que me vaya a ser imposible pues he conseguido en ese pequeño espacio de días mis logros, no quiero ayuda pues en esto mi única ayuda soy yo.
Si he tenido la suficiente fuerza como para vivir lo que ha sido mi vida, ahora es el momento de quitarme la carga y eso, vivir.
 Malditos estimulantes.

Texto escrito por J.A.

jueves, 11 de agosto de 2011

Psicosis




A veces
mi cabeza
pelea conmigo
siendo,
en esos momentos,
yo mismo
mi peor enemigo;
un enemigo sin par…
pues es una absurda batalla
en la que, ineludiblemente,
nadie gana,
así le levante yo un arma
o ella me deje ganar
y es que, así, no hay salida
pues ella sale siempre herida,
herida que
para mí,
a veces,
es casi mortal
hasta que aparece la medicina
como bendita cura
tras un infierno
de llama tan cruda
que hasta el corazón,
por momentos,
me llega a desgarrar.

A veces
mi cabeza me traiciona
olvidando que somos la misma cosa
y me ha de apuñalar
con una realidad que no es real,
ni existe,
pero que,
sin embargo,
me persigue
hasta llegarme a atrapar
y es cuando caigo
en un verdadero abismo
de vértigo sin igual
y es que vomitar todos mis sentidos,
(tanto me llega a marear)
y pierdo el norte y el tino
hasta que me llegan a salvar
gentes de tan peculiar oficio
que las mentes llegan a sanar.

Y así recogen la mía,
pobre, flaca, débil,
tirada en el suelo, no más,
y la estimulan y le insuflan vida
hasta que, coherente, vuelve a hablar.

Y me despierto de una pesadilla
tan vivida
que,
pese a ello,
confuso
ni llego del todo a recordar
quedando un sabor agridulce en mi boca
por saber que,
otra vez,
he caído
y que,
una vez más,
me he vuelto a levantar…

Texto escrito por J.Z.G.D.

martes, 9 de agosto de 2011

Decir te quiero



En veintitrés años que tengo, nunca que yo recuerde le he transmitido a mis seres queridos que los quería. Nunca ha salido de mi boca un TK. 
No sé por qué no he expresado mis sentimientos, he tenido que enfermar para darme cuenta de que no cuesta nada decir TK o gracias.
Me he tenido que ver solo, aislado de todas las personas que quiero, para decirles te kiero y emocionarme y ponerme a llorar al verlos, pero de alegría.
Con ésta que es mi historia personal lo que quiero transmitir es que no tenemos que tener miedo a expresarnos, a decir lo que pensamos por miedo a represalias.
P.D. No cuesta nada decir lo que sentimos, decidlo y os sentiréis mejor.

Texto escrito por A.G., chico diagnosticado de trastorno bipolar. 

miércoles, 3 de agosto de 2011

La maldad existe


 A propósito del atentado con bomba y la posterior brutal masacre de los adolescentes de Utoya y ante la avalancha en los medios de comunicación de calificativos que describían estas despreciables acciones en términos que ponían en duda la salud mental de su autor (me niego a  dar publicidad ni de su nombre ni de su imágen), titulares con las palabras enfermedad mental, locura, demencial, lunático perturbado... se han paseado estos días en casi todos los periódicos.

Y yo me pregunto, ¿por qué no somos capaces de asimilar que la maldad existe?, ¿es mas fácil pensar que esto no puede suceder?, que ha debido de existir una causa (mejor si es biológica) que pueda justificar que una persona (como nosotros) sea capaz de hacer tamaña barbaridad?
Ya en un interesante post de Francisco Traver se analiza en mayor profundidad y con interesantes, y seguro que en algunos aspectos polémicos matices este aspecto. Me quedo con una de sus frases:
El Mal por mucho que lo queramos blanquear existe y es inseparable del Bien.


Una de las razones de ser de este blog es la lucha contra el estigma que padecen las personas afectadas por problemas de salud mental y es por eso que pedimos que no se confunda a la gente, las personas afectadas por enfermedades mentales graves no son más violentas que el resto (estudios hablan de hasta 5 veces menos delitos, proporcionalmente), es más, a menudo son víctimas de violencia generada por la sociedad que los excluye. No podemos igualar términos como locura o enfermedad mental o esquizofrenia con violencia, no sería justo, no sería veraz.

El atroz suceso de Oslo lo ha provocado un fundamentalista, un extremista, un fanático... como describía F. Alonso-Fernández un "iluminado violento" que posee un "ideal sobrevalorado" que se eleva a la categoría de dogma absoluto, con gran carga afectiva que le hace deformar las experiencias y situaciones. Probablemente se le acabará catalogando como sociópata e incluso psicópata pero de ninguna manera confundamos fundamentalismo ni radicalismo con locura. Los afectados por enfermedades mentales y sus familias ya sufren bastante.

César M. Estévez (Enfermero Especialista de Salud Mental)

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